Las comunidades indígenas de Venezuela se embarcan en un viaje para preservar sus lenguas y culturas ancestrales.
El concepto de nichos etnolingüísticos , promovido por los antropólogos Omar González Ñáñez y Esteban Emilio Mosonyi, ha surgido como una poderosa herramienta para la revitalización de las lenguas. Estos espacios educativos únicos ofrecen un salvavidas a las lenguas al borde de la extinción, empoderando a los niños indígenas para que se reencuentren con su herencia.
Una visión histórica
Las raíces de los nichos etnolingüísticos se remontan a la década de 1970, cuando González Ñáñez y Mosonyi iniciaron un proyecto piloto en San Carlos de Río Negro, Amazonas. Su objetivo era revitalizar la lengua baré, miembro de la familia lingüística maipure-arawak, que se enfrentaba a una desaparición inminente. Al reunir a los últimos hablantes fluidos de baré con niños, crearon un espacio donde la lengua podía transmitirse a través de tradiciones orales.
El nacimiento de un movimiento
En 1993, González Ñáñez, entonces Director de Asuntos Indígenas, formalizó el concepto de nichos etnolingüísticos mediante una resolución ministerial. Estos nichos tenían como objetivo reemplazar las escuelas preescolares tradicionales, dominadas por el español, en las comunidades indígenas. El enfoque enfatizaba la importancia de la pedagogía indígena, aprovechando el conocimiento ancestral y los roles de los ancianos y las madres en la educación.
Un estudio de caso: Miriam Yavina y el nicho Warekena
Miriam Yavina, una anciana Warekena, es un claro ejemplo de la dedicación de las personas que trabajan para preservar sus lenguas. Fundó el nicho «Atu Nawi Petetanipe» (La enseñanza de mis abuelos) en Puerto Ayacucho, donde enseña a los niños la lengua y la cultura Warekena. La pasión de Yavina por su lengua es contagiosa y sus estudiantes están prosperando.
Miriam tiene 64 años de edad y es nativa de la comunidad Guzmán Blanco del municipio Maroa. Manifestó que su inquietud por el idioma de su pueblo comenzó cuando apenas tenía 10 años porque en su comunidad sus compañeritos de clases y sus primitos “ya no hablaban warekena y escuchaba que hablaban el castellano todo mal todo feíto” porque era lo que los maestros imponían.
A esta sabia warekena la jubilan en 1994 de su labor educativa en escuelas y funda en su casa un multihogar de cuidado diario que dejó de funcionar en Maroa cuando ella se trasladó para tratarse problemas de salud y para estar junto con su familia en Puerto Ayacucho. De esa experiencia del multihogar de Yavina en Maroa llegó a decir González Ñáñez “es muy parecido a lo que llamamos nichos etnolingüístico”.
Y es en la capital amazonense donde Miriam Yavina le da rienda suelta a concretar la idea que le había dado a ella y a otros docentes indígenas el antropólogo Omar González Ñáñez y funda el nicho lingüístico warekena “Atu Nawi Petetanipe” (La enseñanza de mis abuelos) que funciona en espacios de su casa en el sector Valle Verde.
“Todos los años atendemos 30 niños, estamos atendiendo de preescolar hasta sexto grado” cuenta esta nativa de Guzmán Blanco, que se muestra satisfecha de los resultados obtenidos: “ha sido lindo, tengo estudiantes en Mérida y allá para subir más la nota ellos hacen sus cantos de primaria y lo danzan allá con su grupo de compañeros”.
En el nicho lingüístico “Atu Nawi Petetanipe” ven clases de lunes a jueves y hay 3 docentes quienes están bajo la guía y orientaciones de Yavina como sabia. “Uno se encarga de los juegos tradicionales, otra de las conversaciones y el otro de la siembra”, cuenta.
En otro sector de Puerto Ayacucho funciona el nicho lingüístico “Kuela Iinenatele Kétsuli Baniwa” (Escuela nido de arrendajo Baniva), el cual fundó María Querebi en el año 2009 también impulsada por el antropólogo Omar González Ñañez.
Ella también es nativa del Maroa y por aquellos lares conoció también al referido antropólogo que la motivó junto a otros líderes indígenas a tomar iniciativas para revitalizar sus lenguas indígenas y sacarlas de la amenaza inminente de desaparecer.
Los nichos etnolingüísticos de Venezuela representan un faro de esperanza para la supervivencia de las lenguas indígenas. Al fomentar una conexión profunda con su herencia cultural, estas iniciativas empoderan a las comunidades indígenas para recuperar sus identidades y construir un futuro más sólido. En nuestra lucha por un mundo más justo y equitativo, es imperativo que apoyemos los esfuerzos de los pueblos indígenas por preservar sus lenguas y culturas.
Prensa Kapé Kapé