Todos hemos sido testigos de esto, ya sea en persona o en algunas de las fotos más emblemáticas de nuestro compañero nocturno: la Luna en el horizonte de un paisaje idílico, luciendo un tamaño enorme y una apariencia casi irreal, tan grande que parece que podríamos tocarla con la punta de los dedos.
¿Qué sucede en estas escenas? ¿Es magia o algún raro fenómeno astronómico? La respuesta quizás jamás la esperarías: todo está en tu mente.
Este curioso efecto, conocido como la «ilusión de la Luna», ha intrigado a la humanidad durante milenios.
Desde filósofos en la antigua Grecia hasta los científicos de la NASA en la era espacial, todos han intentado explicar por qué la Luna parece mucho más grande cuando está cerca del horizonte que cuando se encuentra alta en el cielo.
Lo fascinante es que, a pesar de los avances tecnológicos y siglos de observación, aún no tenemos una explicación científica definitiva.
Aristóteles, en el siglo IV a.C., intentó explicarlo atribuyéndolo a las propiedades de aumento de la atmósfera terrestre.
Según reportó Live Science en 2013, el filósofo pensaba que, al mirar la Luna en el horizonte, la luz atravesaba más atmósfera y esto actuaba como una lupa. No obstante, aunque su teoría no era del todo descabellada, hoy sabemos que no es la atmósfera la responsable.
La realidad es que, aunque nuestra percepción nos haga pensar que su tamaño cambia, la Luna no se agranda ni se encoge en ningún momento.
Lo que vemos es literalmente un truco de la mente, de cómo nuestro cerebro procesa la información visual.
Según un artículo de la NASA del año pasado, esto puedes comprobarlo tú mismo con un simple experimento casero: acerca tu dedo índice a la Luna cuando esté en el horizonte, compara el tamaño de tu uña con el disco lunar, y repite el proceso unas horas más tarde, cuando la Luna esté alta en el cielo.
Sorpresa: tu uña cubrirá exactamente la misma porción de Luna en ambos casos. Si eres más dado a la tecnología, puedes tomar fotos y compararlas, o también puedes mirar la Luna a través de un tubo de papel. El resultado será el mismo: la Luna mantiene su tamaño constante.
¿Por qué nuestros ojos nos dicen lo contrario?
La mayoría de las explicaciones modernas a este fenómeno apuntan a cómo nuestro cerebro interpreta el tamaño y la distancia de los objetos.
Una de las ideas más aceptadas es la teoría del contexto. Cuando la Luna está baja en el horizonte, aparece junto a objetos familiares como árboles, edificios o montañas.
Estos puntos de referencia engañan a nuestro cerebro, que la percibe como más cercana y, por lo tanto, más grande de lo que realmente es.
Otra posible explicación es la ilusión de Ponzo, un efecto visual donde nuestro cerebro distorsiona la percepción de tamaño y distancia.
Similar a cómo vemos las vías del tren que parecen converger en la distancia, este fenómeno sugiere que el contexto visual hace que la Luna parezca más grande en el horizonte.
También está el efecto del horizonte, que se basa en cómo nuestra mente percibe objetos en el horizonte como más lejanos que los que están sobre nosotros.
Por ejemplo, las nubes que vemos directamente arriba pueden estar a pocos kilómetros de distancia, mientras que las nubes en el horizonte están mucho más lejos. Nuestro cerebro aplica esta lógica a la Luna, haciéndola parecer más grande cuando está cerca del horizonte.
Sin embargo, ninguna de estas teorías explica completamente el fenómeno. Incluso los astronautas en órbita, sin puntos de referencia terrestres, experimentan esta ilusión.
Un misterio que perdura
A pesar de los avances tecnológicos y científicos, la ilusión de la Luna sigue siendo un enigma fascinante. Quizás, como sugiere la NASA con un guiño, lo mejor sea simplemente disfrutar del espectáculo.
Y si sirve de consuelo, sí se sabe por qué la Luna tiende a verse más amarilla o anaranjada cuando está cerca del horizonte.
Esto se debe a que su luz atraviesa una mayor porción de la atmósfera terrestre, dispersando las longitudes de onda azules y resaltando las rojas y amarillas. El polvo y la contaminación pueden intensificar estos colores, añadiendo magia al panorama.
En cuanto a por qué en las fotos la Luna se ve tan grande, según la NASA, los fotógrafos a menudo utilizan teleobjetivos para capturarla junto a elementos como edificios o montañas.
Esto magnifica su tamaño aparente. Así que cuando veas esas impresionantes imágenes, ten presente que se debe más al uso del zoom que al tamaño real de la Luna.
Aunque no comprendamos completamente por qué sucede, la ilusión lunar sigue siendo uno de los espectáculos visuales más impresionantes. Y eso está bien. Después de todo, algunos enigmas están destinados a ser admirados más que resueltos.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de la NASA, Live Science e IFL Science./DW Actualidad