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    Caroní es el municipio más violento

    El monitoreo de Violencia basada en Género (VbG) de la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) registró en el primer trimestre del año 19 casos de VbG, en el segundo trimestre 45 y en el último 65.

    Por lo tanto, se contabilizó un total de 129 víctimas entre enero y septiembre del 2024. El 46% de estos casos fueron reportados en medios de comunicación y redes sociales; mientras que el 54% se registraron en el servicio de atención psicosocial de la organización.

    Según Codehciu, los municipios más violentos son Caroní con 105 casos registrados, Angostura del Orinoco (antiguo Heres) con 8 y Piar con 7. En el resto de los municipios solo se reportaron casos en Angostura (4), El Callao (2), Roscio (1), Sifontes (1) y Padre Pedro Chién (1).

    Es importante destacar que de los 11 municipios, en 3 de ellos no se reportaron casos. Sin embargo, la falta de hechos en estos territorios no necesariamente refleja una ausencia de violencia, sino más bien la existencia de obstáculos que impiden a las víctimas denunciar.

    La psicóloga forense, Kelly Cova, determinó en las atenciones psicosociales en Codehciu que un gran porcentaje de las sobrevivientes de violencia basada en género desconfían de las acciones del Estado para formular sus denuncias y aquellas que sí optan por denunciar, les cuesta seguir con sus casos por las frecuentes agresiones que reciben de parte de los funcionarios.

    Cifras y realidad

    Los tipos de violencia más recurrentes fueron la física con 61 hechos, la psicológica con 59, la sexual con 14 y la amenaza con 9. De igual manera, se reportaron situaciones de violencia como acoso u hostigamiento (3), femicidio (2), abuso sexual (2) y actos lascivos (1). Generando un total de 151 situaciones de violencia, tomando en cuenta que una mujer puede experimentar más de una manifestación violenta a la vez.

    De acuerdo a los casos reportados, los agresores hacían daño a las víctimas a través de golpes, patadas, cachetadas, tirones de cabello, armas blancas y también de fuego.

    Estas situaciones de violencia generaron moretones, lesiones y hematomas en diferentes partes del cuerpo de la sobreviviente. Además, los victimarios agredían verbalmente, insultaban, humillaban, acosaban, perseguían y amenazaban de muerte a las víctimas.

    En el monitoreo Codehciu determinó que los victimarios más comunes eran la pareja de la víctima en 28 casos, exparejas en otros 28, cuidador principal en 17, desconocidos en 15 y vecino o amigo de la familia en 9 de ellos. En 7 de los casos se identificó como “otro” y en 5 no se especificó el nexo con la víctima.

    También se observaron casos en donde el agresor era consanguíneo afín de la víctima (5), concubino (4), miembro de la FANB o policía (3), descendiente (2), pariente colateral (2), pareja de la mamá (1), relación de superioridad o autoridad (1), compañero de trabajo (1) y ascendente (1).

    Normalización de la violencia

    De acuerdo a la organización ONU Mujeres, en el año 2022, unas 48.800 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo. Aunado a esto, un estudio sobre violencia de género en Venezuela de la Unimet (2022) determinó que el femicidio es una demostración de la deshumanización que el patriarcado le confiere al cuerpo de la mujer, y a su vez demuestra la normalización de la máxima expresión de odio contra las mujeres.

    La normalización de conductas violentas y agresivas hacia mujeres, niños, niñas y adolescentes es una realidad en nuestra sociedad. Ante esta problemática, es necesario que la ciudadanía asuma un papel activo en la prevención, desafiando estereotipos de género y promoviendo relaciones basadas en el respeto y la igualdad.

    “La violencia que se sufre en la sociedad está cada vez en aumento, con frecuencia se percibe una mutación social que va en mayor decadencia, es por ello que la precaución es vital por medio de constantes capacitaciones familiares, iniciando con atención psicosocial grupal para padres, madres y cuidadores. Además de atención psicosocial a los agresores que aprendieron desde su niñez como forma natural a reaccionar”, explicó la psicóloga Cova.

    Prensa Codehciu

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