A raíz de los ataques de Israel contra objetivos iraníes en la madrugada del sábado, mucha gente en Irán está recurriendo a las redes sociales para expresar su frustración y tratar de entender lo que está sucediendo.
Las fuerzas israelíes atacaron objetivos militares en represalia por la andanada de misiles balísticos que la República Islámica disparó contra Israel a principios de este mes.
Como el país ya está sumido en una crisis económica, con la moneda nacional hundida y una inflación rampante, muchos iraníes cuestionan cada vez más las prioridades del gobierno, sintiendo el peso de un régimen que parece más centrado en los conflictos extranjeros que en abordar las necesidades extremas en el país.
Esta desconexión entre las narrativas oficiales y el sentir público podría tener implicaciones de largo alcance para la estabilidad interna de Irán en el caso de que las tensiones se intensifiquen en el plano militar.
La censura entra en acción
Irán es «uno de los países más represivos del mundo en términos de libertad de prensa«, según Reporteros sin Fronteras.
La estricta censura fue visible inmediatamente después de los ataques israelíes, de los que los medios estatales iraníes inicialmente ni informaron.
Esto contrastaba marcadamente con la dinámica actividad de las redes sociales dentro del país, donde la gente usaba conexiones seguras VPN para eludir las restricciones en línea y compartir en plataformas como Telegram y la red social X videos de estelas brillantes en el cielo y fuertes explosiones.
Al mismo tiempo, cuentas vinculadas al aparato de inteligencia y seguridad de Irán advertían en las redes sociales que compartir imágenes de medios extranjeros podría considerarse espionaje.
Al final, algunas fuentes de noticias oficiales iraníes admitieron que se había producido un ataque, pero afirmaron que las defensas iraníes lo habían interceptado con éxito.
Los medios de comunicación y las redes sociales alineadas con el Estado han seguido restando importancia al ataque.
Los canales de Telegram asociados a la Guardia Revolucionaria de Irán, por ejemplo, compartieron imágenes el sábado de plazas abarrotadas en el centro de Teherán, insistiendo en que no había ocurrido nada significativo.
Varios periodistas afines al gobierno también transmitieron desde concurridas zonas públicas de la capital Teherán, afirmando que la vida seguía con normalidad.
Un periodista afincado en Teherán, cuyo nombre no se revela por razones de seguridad, dijo a DW el sábado que «no se puede escribir nada» que no sea «la postura oficial» y que a los periodistas «se les prohibió publicar en sus páginas personales de las redes sociales».
Buscando información desde fuera de Irán
Babak Dorbeiki, exasesor y director del Centro de Información y Relaciones Públicas del Ministerio de Cultura durante el gobierno de Hassan Rouhani, criticó las restricciones a los medios independientes después del ataque de Israel.
«El manejo de las noticias por parte de los medios estatales durante las crisis muestra debilidades constantes, marcadas por la confusión y la falta de coordinación», dijo a DW desde Londres, donde ahora reside. Como suelen hacer los iraníes en estas situaciones, buscan información en los medios de comunicación en lengua persa con sede fuera del país y de los periodistas iraníes activos en X.
Muchos expresaron su enojo hacia el gobierno en las redes sociales, preguntándose por qué no se les había informado de los ataques para que buscaran refugio.
También expresaron su preocupación por la falta de refugios, ante la eventualidad de que el país se esté acercando a una guerra.
La gente también mostró su frustración con los dirigentes de la República Islámica, y algunos atribuyeron la escalada del conflicto militar con Israel a las temerarias acciones del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, y la Guardia Revolucionaria Islámica, las fuerzas armadas estatales de Irán encargadas de defender el régimen revolucionario.
La propaganda antisemita no tuvo éxito
Según un análisis del sitio de noticias colaborativo IranWire, «el discurso de odio antisemita en las redes sociales y sitios web persas alcanzó un volumen total de aproximadamente 61.000 publicaciones en septiembre». Eso es un aumento de 98 % con respecto a agosto, descubrió IranWire, y los canales oficiales y semioficiales «encabezaron la carga en la difusión de este material antisemita».
Pero estos esfuerzos del gobierno para incitar sentimientos contra Israel y sentimientos antisemitas en general no han logrado provocar protestas contra Israel en Irán.
Y eso que los países árabes han tenido manifestaciones masivas contra Israel desde que lanzó su guerra contra Hamás en la Franja de Gaza en respuesta al ataque terrorista del 7 de octubre.
Pero como escribió en The Atlantic el historiador Arash Azizi, profesor visitante de la Universidad de Nueva York especializado en Irán, «el pueblo iraní no tiene ningún deseo de experimentar una guerra con Israel» y «alberga muy poca hostilidad hacia Israel».
De hecho, las reacciones en las redes sociales tras el ataque del sábado también sugieren que muchos iraníes, más preocupados por que estalle una guerra regional, no quieren un conflicto con Israel.
De hecho, los activistas de la oposición temen que una guerra total contra Israel pueda empeorar aún más la vida de los iraníes.
«La realidad es que la guerra lleva a un aumento de la represión y a una mayor presión sobre los disidentes, lo que no contribuye a la democracia en Irán», explica a DW Nazila Golestan, una figura de la oposición al gobierno iraní afincada en París.
Se espera que la crisis económica empeore
La economía iraní ya estaba en una grave crisis antes de las tensiones con Israel y los temores de una guerra regional.
La moneda local iraní, el rial, se desplomó a mínimos sin precedentes frente al dólar a principios de esta semana y la tasa de inflación aumentó 33% el año pasado, según cifras oficiales.
Mientras tanto, los inversores están tratando rápidamente de liquidar sus activos en la Bolsa de Teherán, lo que lleva a una interrupción de las principales transacciones mientras muchos esperan los resultados de estos conflictos.
Los mercados se preparan para nuevas subidas en caso de que se intensifiquen las hostilidades con Israel y se espera que los precios se disparen.
Muchos iraníes vinculan cada vez más el colapso económico de su país al apoyo financiero del gobierno a Hezbolá y Hamás.
Los ciudadanos expresan su frustración por la cantidad de recursos que se asignan a los conflictos extranjeros mientras se pierden de vista las necesidades internas insatisfechas.
A medida que la vida cotidiana se vuelve cada vez más insostenible por el aumento de los precios, existe un creciente sentimiento de que las prioridades del gobierno son otras, lo que alimenta el descontento público y las peticiones de rendición de cuentas.
«Incluso aunque la guerra no se intensifique, la caída del rial frente al dólar continuará», dice Alireza Salavati, analista económico con sede en Londres.
«Además, también se espera que el precio del oro aumente. Estas cuestiones están vinculadas al crecimiento de la liquidez, las sanciones y el impacto psicológico del conflicto Irán-Israel».
(lgc/rr)/DW Actualidad