Carmen Carrillo
Hace 32 años ocurrió el segundo golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, en su segundo período de gobierno.
Muchos grupos, económicos y políticos, se pusieron de acuerdo para hacer caer a un presidente electo democráticamente.
Primero con la noche de los tanques en diciembre de 1988; luego con el caracazo en febrero de 1989; después con el 4F de 1992; el 27N de 1992 y el 18 de mayo de 1993 cuando asestaron la estocada final con la decisión de la Corte Suprema de Justicia y el accionar del Fiscal de ese entonces para hacerlo renunciar.
Comenzó entonces la debacle de Venezuela. Esas acciones nos trajeron hasta el chavismo y a la destrucción de un país al que lo único que le ha faltado es participar en una guerra con otras naciones.
Hemos vivido de todo
Pero los venezolanos hemos vivido de todo; desde el éxodo y la separación de familias; la destrucción de grupos económicos que se habían acostumbrados a controlar por completo el país; el surgimiento de nuevas empresas y grupos económicos que, como no pertenecen a la godarria caraqueña y a los mismos de siempre, son “boliburgueses” o “enchufados”; la creación de una empresa militar que maneja todo el arco minero, y como nación ser referencia para el tráfico de drogas; corrupción; violación de derechos humanos y sanciones.
Hemos tenido presidentes interinos y embajadores; en esa misma onda hemos tenidos dos “presidentes”; dos Asambleas Nacional; hemos tenido como 500 diputados porque tuvimos dos Parlamentos; hemos visto como bienes del Estado, fuera del país, son manejados por sujetos a los que nadie les entregó esa responsabilidad y se pierden y vemos como un gobierno que acaba de recibir una soberana paliza, según los resultados electorales de unos irresponsables y flojos, aún no se recupera y presenta los resultados del CNE.
Estaba cantado
El 27 de noviembre de 1992 estaba “cantado”. El gobierno sabía que eso ocurriría pero Carlos Andrés Pérez “dormía con el enemigo”, figuradamente, y no se había dado cuenta.
Es decir, CAP II sabía que ocurriría y hasta qué día y él pensó que todo estaba controlado, que los sediciosos serían capturados sin derramar sangre ni disparar una bala y con eso se “limpiarían” las conspiraciones dentro de las fuerzas armadas.
Sólo que él (CAP) no se percató que la godarria caraqueña; los empresarios acostumbrados a manejar los dólares del petróleo; los medios de comunicación; los partidos políticos, sobre todo los tontos útiles de AD; Rafael Caldera y su odio; la Lagunita Country Club y el Country Club de Caracas; la izquierda y Fidel Castro y por supuesto los gringos, se habían puesto de acuerdo para sacarlo y “entregar” el país a gente más fácil de manejar.
Y así pasamos por Ramón J. Velásquez y Rafael Caldera, que querían vivir para la historia; Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Trozos de un país
Ahora Venezuela sólo son trozos de un país. Su gente circula por la selva del Darién para llegar a EEUU; otros se desperdigaron por el mundo, América del sur; Europa, Oceanía, Asia. Allí donde hay un pedazo de tierra para vivir y trabajar hay un venezolano.
Existe un país con ese nombre, con un gobierno difícil, con funcionarios de seguridad que no tienen nada que envidiarle a los que formaban parte de la Seguridad Nacional en tiempos de Pérez Jiménez o de la Digepol al inicio de la democracia.
Eso es quizás lo que más reclamo al presidente Maduro: ¿Por qué tanta saña y tortura? ¿Por qué tantas muertes en los calabozos? ¿Por qué mueren presos políticos o militares por falta de atención médica? ¿Por qué pranes en las cárceles que además gobiernan fuera de esas paredes? ¿Por qué tanto odio en esos custodios y torturadores?
El 27 de noviembre fue el último uso de la fuerza militar para derrocar a un gobierno electo democráticamente, que podía ser o no del agrado de algunos pero que fue el resultado de la decisión de muchos más.
Ese día muchos venezolanos fuimos protagonistas indirectamente, sin buscarlo. Otros dejaron sus vidas como el caso de mi amigo y compañero de trabajo Virgilio Fernández. Ambos éramos periodistas del diario El Universal.
Con el pasar de los días supe que el gobierno y AD sabían que ocurriría otro golpe de Estado y sin embargo lo dejaron correr.
Dejaron que unos sujetos con franelas rojas transmitieran por televisión su “mensaje” y así el resto del país se enteró de lo que pasaba.
Gracias a eso hemos llegado a esto. A un país destrozado, difícil de reconstruir que pasa a formar parte del grupo de naciones del mundo condenadas a su destrucción, por la torpeza de sus dirigentes, por la falta de patriotismo bien entendido y a lo que es peor, a ser una herida abierta en el corazón de todos los venezolanos del mundo que sabemos que reconstruir el país pasa por salir del gobierno y de la oposición actual.
Ambos han incurrido en crímenes de lesa humanidad. Han cometido traición a la patria. Han destruido a una nación sin que ese país haya estado en guerra con nadie.
El 10 de enero del año próximo seguirán en lo mismo. Lo peor es que los venezolanos no tenemos a dónde acudir porque al mundo entero le conviene que estemos así.
Somos, desgraciadamente o afortunadamente, no lo sé, los poseedores de las mayores reservas de petróleo de este lado de occidente, por lo tanto mejor es que estemos divididos que unidos. Así no ponemos condiciones.
Pregunto yo: ¿Estos próceres del gobierno y de la oposición reciben algún tipo de beneficio por contribuir con eso?
Díganme que sí para comprender todo. Si no es así, creo que es mucha maldad junta y no merecen la muerte: Merecen vivir con Hades. Allí en el inframundo se “vive” muerto. O sea no se descansa nunca.