Carmen Carrillo
Edmundo González Urrutia es un diplomático de carrera por ello es fácil para él moverse entre cancilleres y presidentes.
Él no es Juan Guaidó que salió de La Guaira para América Latina en un avión que pagaban los gringos y al que tuvieron que buscarle ropa y zapatos porque el muchacho andada en trajes cuyos pantalones le quedaban brinca pozos, o sea cortos y los combinaba con zapato de gomas porque no tenía otros.
No. González puede asumir el segundo interinato con más glamour y clase. Los «amigos» de la oposición que dirige María Corina Machado en algún lugar de Venezuela y los zánganos del exterior, léase Leopoldo y su pandilla; Borges y su pandilla y Ledezma y su pandilla, son «amigos» de estos personajes por necesidad o por circunstancia.
Así como Hugo Chávez usó la chequera petrolera para comprarse amigos en el Caribe y en África; Nicolás Maduro está ganando enemigos no por qué él sea un político estudiado en la Escuela de Formación Política de La Habana, Cuba, sino porque anda cobrando lo que estos «amigos» circunstanciales de Edmundo, María Corina y los pandilleros ya mencionados, le deben a Venezuela.
El de Paraguay se cuadró con González porque nos debe 400 millones de dólares por conceptos varios; el de República Dominicana, Luis Abinader, también nos debe a los venezolanos millones por venta de petróleo; el de Panamá, y Uruguay son un par de personajes que tratan de dejar una impronta en la política latinoamericana y el caso Venezuela es perfecto para eso.
En cuando a Javier Milei, el de Argentina, está muy mal asesorado por su ministra Patricia Bullrich, quien a su vez es engañada por ese prócer Richard Blanco cuyo único oficio es luchar vía redes sociales por la libertad y huir por Colombia con el apoyo del entonces presidente Iván Duque, hasta llegar a Buenos Aires y dar clases (me lo imagino hablando de él siempre y queriendo hacerle creer a los alumnos que él es una especie de James Bond, tropical, como si se pudiera ser más fantasioso que un argentino, sino allí tienen a Jorge Luis Borges).
Ahora la reunión con el presidente saliente de EUA (a Dios gracias), de Joe Biden fue de 15 minutos y eso después de mucho suplicar ser atendidos.
Allí se movieron los lobbystas demócratas como peso pluma pues muchos de estos saben que se les acaba el tiempo y quieren irse con la cartera un poco más abultada.
Además hay que admitir que los demócratas están decididos a dejarle a Donald Trump el país ardiendo por los cuatro costados y para eso presionan con lo de Ucrania, con lo de Venezuela, con lo de Corea, con lo de Taiwan, con lo de Rusia, no importa si en ese camino el mundo se enfila a una tercera guerra mundial, porque para «estos demócratas», después de ellos el diluvio.
Pero no crean que los republicanos están más tranquilos con el caso Venezuela. El amigo Carlos Vecchio desde Washington imita a Casiuss Clay, con el baile de la mariposa y la picada de la abeja. Por ello Marco Rubio y María Elvira Salazar tratan de hacer que Donald Trump reciba a Edmundo González. Aunque creo que eso no va a pasar.
González ya debe ir rumbo Panamá, para desde allá tomar la «vaca sagrada» que lo dejará en Venezuela el 10 de enero para asumir la presidencia.
Claro lo último que se pierden son las esperanzas. María Corina ya anunció que este martes da a conocer la ruta de la lucha a fin de que el venezolano salga con sus zapatitos más cómodos a marchar por las calles de Venezuela a pedir la salida de Nicolás Maduro y para que asuma Edmundo González.
Estos amigos de la oposición parece que se quedaron en la época en la que RCTV presentaba el programa ese de Soñar no cuesta nada.
Y tan no cuesta nada que esa oposición, los jefes digo, prefieren estar afuera o escondidos o de gira por los países «amigos» mientras convocan al venezolano de a pie, a luchar por la justicia.
Carajo, mientras esa sea nuestra oposición, seguirá mandando el gobierno mentiroso que dirige Nicolás Maduro y sus huestes y los venezolanos, dentro y fuera del país, seguiremos como siempre: El que no trabaja no come.