Carmen Carrillo
Cada vez que leo o escucho a cualquier venezolano invocando el uso de la fuerza, de cualquier tipo, para salir del gobierno de Nicolás Maduro, me pregunto: ¿Y ese que está convocando va de primerito como diría la canción El negro y el catire, de Simón Díaz?
La guerra es un negocio, ciertamente, donde unos pocos obtienen muchísimos beneficios y muchos pierden la vida, sus familias y hasta sus países.
Y no, en muchas ocasiones no podemos decir como Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó en la última frase de la novela: “Mañana será otro día”. A veces no hay “otro día”.
Vlodimiro Zelensky en su entrevista con Donald Trump “en el precioso salón oval”, como diría el presidente de EEUU, dejó eso en claro.

(Xinhua/Hu Yousong) (rtg) (ra) (ce)
La guerra que comenzó hace dos años por la invasión de Rusia a Ucrania oculta de fondo que la solicitud de su ingreso a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y los negocios de la familia Biden, eran lo más importante.
Para Rusia la excusa fue perfecta pues Vladimir Putin actuó como un estratega de la KGB al negarse a aceptar ese ingreso en la OTAN y asestó el golpe. Lo que nunca vio venir era que duraría tanto tiempo.
Pero Trump acaba de darle un “palo cochinero” a la OTAN al anunciar que no habrá más recursos y que Europa se puede defender sola, por eso Gran Bretaña convocó este fin de semana una cumbre con las naciones europeas, no sólo para auxiliar a Ucrania sino para ahora asumir el negocio de venderles armas.
Ahora, más de uno se estará preguntando ¿Qué tiene que ver lo de Maduro con la OTAN y Zelensky?
Fácil, Maduro calificó a Alí Irfán como el Zelensky de América Latina. Y algo de cierto hay en eso.
Venezuela enfrenta una disputa con Guyana por el territorio Esequibo. No es simplemente la franja de tierra, es la salida de Venezuela al mar por el delta del Orinoco que se comunica con la Franja petrolera del Orinoco.
De perder Venezuela, nos quedaríamos sin la fachada atlántica, sin la barra del río Orinoco, es decir, sin la salida del río más grande del país al atlántico y perderíamos una parte importante de la región Guayana.
Pero en estos momentos, Guyana tiene a 28 buques norteamericanos de la Exxon Móbil extrayendo petróleo de una zona que está en reclamación.
Eso ha hecho que el PIB Guyanés sea el más elevado en estos momentos, mientras Venezuela enfrenta el cierre de operaciones de la Chevrón que ha elevado al país al tercer proveedor de petróleo para Estados Unidos.
Dos de las siete hermanas (así se les llama a las productoras petroleras más grandes del mundo) miden su capacidad y velocidad de producción petrolera en América Latina, cuyo principal mercado es el norteamericano.
Maduro está alineado por circunstancias de la vida con la Chevrón mientras nuestra insigne oposición parece estar con la Exxon Mobil por las actuales condiciones y además por la celebración del cierre de operaciones de Chevron en Venezuela posiblemente para dentro de seis meses.
El gobierno venezolano movilizó una fragata hasta la zona y “amenazó” por “merodeo” una plataforma de la Exxon Mobil. Desde Estados Unidos respondieron inmediatamente, que si eso continuaba, tendrían que atenerse a las consecuencias.
Es decir, Venezuela no tiene derechos pero Guyana sí y además cuenta con el apoyo del “abusador” de la cuadra.
Hay dos escenarios posibles: Uno, Exxon Mobil divide las ganancias con Guyana y Venezuela, pues es un área en reclamación y Venezuela no “amenaza” más por “merodeo” a la Exxon.
Dos: Vamos a una guerra con Guyana. No sé ustedes pero yo creo que a Venezuela no le puede caer más mala suerte.
Ya hemos tenido suficiente con el chavismo madurismo y la pandilla de María Corina, Ledezma y Leopoldo.
El primero es el Tren del Valle y el segundo el Tren del Country Club.
Me decanto por la primera opción, sin comodín y sin llamar a un amigo como diría Eladio Lárez en su programa de Rctv. Es mejor recibir la mitad de algo, que todo de nada.