Mientras los conejos persiguen a las escopetas, es decir, la oposición respalda la decisión de Donald Trump de enviar a todo migrante, venezolano, preferiblemente, a la cárcel de máxima seguridad que se inventó Nayib Bukele en El Salvador, como negocio, perdón, para acabar con las bandas de las maras salvatruchas, el gobierno venezolano se convierte en el paladín de los derechos humanos al exigir el debido proceso para los venezolanos presos en esa súper cárcel.
El gobierno bolivariano de Venezuela, que es distinto a la república bolivariana, como una sola voz, pide, exige, reclama, debido proceso y derechos humanos.
En territorio patrio no pasa lo mismo. Claro, uno no sabe si los detenidos se lo merecían, pero lo que sí es cierto es que por lo menos también, merecen debido proceso y respeto a sus derechos. Eso incluye hasta a Tarek El Aissami.
Siempre he pensado que el gobierno de Nicolás Maduro es como un archipiélago: Hay distintas islas que se comunican a través de intereses comunes, pero cada isla tiene sus propias reglas de funcionamiento y lo que es malo en una isla, no tiene problema en la otra.
Eso significa que cada jefe de esas islas tiene sus enemigos, y sus razones para liberar o detener a quien consideran una molestia o un adversario.
Por cierto, allí la oposición radical tiene su isla con sus jefes pero como son muchos y es una sola isla, se dividen la vaina y tienen, también cada uno, su lista de acciones, enemigos y amigos.
La otra oposición, la que se inventó Maduro, o sea, ayudó para que asumieran esa función, no tiene isla: le alquilan algunos terrenos y los tipos actúan desde allí pero ojo también tienen su lista de amigos y de enemigos y como la oposición radical han hecho un negocio del ejercicio político.
A ellos les mete la mano el gobierno; los radicales reciben ayuda de la Usaid; del Congreso Norteamericano; de la Comunidad Económica Europea, de la Ayuda Humanitaria en nombre de los migrantes, esos mismos que deportó Trump, pasando por encima de la decisión de un juez federal de Estados Unidos y envió a la Cecot, entre otros.
En el caso de los radicales cuentan con el asesoramiento de los cubanos, segunda generación, es decir, los hijos de los que salieron de Cuba “y dejaron enterrado su corazón”, para pedir la Ayuda Humanitaria.
Lo que les ha permitido vivir bien, tener portales de noticias, canales de televisión, desarrollos inmobiliarios, ponerle la mano a Citgo, a Monómeros, ser influencers, tener canchas de padel, en fin, vivir sin pasar trabajo como el médico, el ingeniero, el artista o el periodista que migró huyendo de la miseria y de la destrucción de su país y que es repartidor en una bicicleta, o trabaja en una verdulería soportando a chavistas ahora maríacorinistas, o en un puesto de diario, o de taxista.
Hay que decir que los más sortarios son los médicos y los ingenieros venezolanos. En América Latina, son los mejores, en líneas generales.
Si, Maduro gobierna junto a una federación de guerrilleros, el Frente Occidente; el Frente de Oriente; el Frente de Falcón.
Eso acabó con la guerrilla en la década de los sesenta y abrió el proceso de pacificación que ofreció Rafael Caldera.
En el momento actual parece que le da fuerza al gobierno pero siempre está como el Titanic, maniobrando contra bloques para no chocar y hundirse.
Aunque no sé por qué no he logrado verlo, si en realidad, quienes gobiernan son los militares y Maduro es simplemente la cara visible, necesaria, para parecer un gobierno democrático.
Siempre me hago esa pregunta. Y me preocupa porque nuestros militares mejoraron después que se conectaron con los políticos y los civiles. Pero siguen siendo militares.
Carmen Carrillo