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    Las cosas serias se hacen en silencio, no se avisan como la «actual invasión»

    Hay una serie de Paramount llamada Madame Secretary que muestra cómo es el trabajo de la Secretaria de Estado del gobierno de un presidente de los Estados Unidos.

    Primero la dama en cuestión fue funcionaria de la CIA muchos años y el presidente para el que ella trabaja fue jefe de la CIA por lo tanto son lo que se denominaría en el argot de las agencias, operativos.

    La secretaria habla, francés, árabe, alemán, entre otros idiomas y llega al cargo porque el anterior secretario de Estado murió cuando se dirigía en su avión, el del gobierno, a Venezuela para una presunta operación de corrupción, pues al parecer tenía algunos negocios en el país y debía retirar o depositar dinero en un Banco en Caracas.

    Presuntamente el avión habría sido saboteado y se estrelló.

    Hago toda esta explicación para ahora pasar a hacer una especie de paralelismo con el momento actual.

    El secretario de Estado de Donald Trump es Marco Rubio, hijo de cubanos, segunda generación, nacido en los Estados Unidos.

    Es republicano y podría ser el próximo candidato presidencial de este partido. Es un líder en el estado de la Florida

    Tanto él como Donald Trump, difícilmente hayan sido funcionarios de la CIA. El primero porque es hijo de cubanos y prefirió la política y el segundo porque es empresario.

    No creo que ellos hayan mostrado interés por ser de alguna agencia de inteligencia o de investigación. O por lo menos eso no se conoce.

    El personaje de la serie Madame Secretary, que como pueden apreciar está escrito mitad en francés y mitad en inglés, seguramente alguna travesura de la escritora Bárbara Halls, realiza varias operaciones de rescate de ciudadanos norteamericanos presos en cárceles de Turquía y de otras naciones no amigas; se opone a una nueva invasión en Irak e incluso a la masacre de una etnia en África.

    Para ello utiliza todos los recursos, desde amigos de otras naciones, hasta el amago de la fuerza, pasando por la venta de repuestos para aviones.

    Sólo que como ella es un operativo de la CIA lleva a cabo todas estas acciones en silencio para evitar más conflictos con esas naciones.

    Y aquí vuelvo a detenerme para señalar lo siguiente: ¿Donald Trump y Marco Rubio hacen toda una alharaca de combate contra el narcotráfico en el Caribe como cubierta para invadir a Venezuela porque no son operativos de la CIA o porque en realidad no van a hacer nada?

    Y digo esto, porque no puede ser que una serie de una cadena de streaming sea más coherente que quienes dirigen el gobierno de Estados Unidos en estos momentos.

    Ojo y no me malinterpreten, no soy chavista y mucho menos maduristas, pero soy venezolana y no recuerdo que la oposición en Irak y en Libia haya cooperado con la creación de narrativas para justificar la invasión norteamericana en ambas naciones y posterior asesinato de sus líderes, ciertamente un par de sátrapas.

    Es verdad que Nicolás Maduro Moros y sus grupos de poder se han dedicado primero a destruir las estructuras de funcionamiento de Venezuela que eran manejadas por grupos de poder formados a la vera del Estado como la godarria del país y los nuevos ricos, para el chavismo dar paso a su propia godarria y a sus nuevos ricos.

    Y segundo, le han soltado la mano a quienes se dedican a perseguir, secuestrar y torturar a todo aquel que a juicio de ellos tenga intenciones de “tumbar” al gobierno.

    Es por eso que en las cárceles venezolanas, que por cierto han aumentado durante la era del chavismo, hay más de 800 presos entre adultos, mujeres, civiles y militares.

    Nunca en la historia democrática del país hubo tantos detenidos, ni siquiera cuando los intentos golpes de Estado en la década de los años sesenta.

    Pareciera que cada grupo tiene una lista de enemigos y cada cierto tiempo como en una especie de baile de las sillas, caen algunos de ellos.

    Claro hay que hacer algunas excepciones, como por ejemplo el caso del amigo Américo De Grazia, ex alcalde de Piar en el estado Bolívar y ex candidato a la gobernación de ese mismo estado, recientemente liberado, quien no solo salió en perfecto estado de salud, a pesar de ser diabético y sufrir de vitíligo, sino que llegó en avión con un buen par de maletas y fue recibido por su familia, a pesar de que su hija, quien sabe de política lo que yo de alemán, denunciaba que su papá moría por la tortura que  le infringía el “régimen”.

    Por cierto, otro que salió en perfecto estado de salud, fue Carlos Chancellor, otro ex alcalde del estado Bolívar. Claro la maleta de Chancellor fue una bolsa negra de esas de basura.

    En el caso de ellos, a lo mejor los salvó de la tortura, que es cierta, si creemos lo que dicen otros liberados políticos pero que hablan desde el exterior, debe haber sido su condición de causerristas.

    A lo mejor Nicolás los mandó a detener por sus veleidades con la derecha, porque ahora son chavistas de la oposición radical. En fin, perdonen mi digresión por favor pero a veces hay cosas demasiado insólitas como para no comentarlas.

    Yo sí creo que el actual gobierno debe irse pero no como lo está planteando un poco de locos en el gobierno de Trump y en nuestra “patriótica oposición”.

    Nicolás Maduro debería salir porque él vive la misma operación que la godarria caraqueña le hizo a CAP en 1992. CAP aguantó dos golpes de Estado pero no quiso levantarse contra el tercer golpe de Estado que le asestaron Ramón Escovar Salón y Cecilia Sosa, uno desde la Fiscalía y la otra desde el TSJ.

    CAP fue acusado por corrupción y sentenciado. La clase política liderada por el detestable de Rafael Caldera celebró la “fortaleza de la democracia” por la acción.

    Al final se descubrió que lo de la corrupción fue mentira.

    Sería terrible que Nicolás caiga bajo el ataque de los misiles y al final se descubra que lo del narcoestado y lo del Cartel de los Soles era mentira, como pasó con CAP.

    Y entonces termine Venezuela como Irak, Libia, El Líbano o Haití: dividida en pedazos, repartida entre potencias, con zonas controladas por la guerrilla o por trenes.

    Y todo eso, gracias a “nuestra patriótica oposición” y sus alabarderos de los medios.   

    Carmen Carrillo

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