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    Vamos a la guerra, es inminente

    Vamos a la guerra, eso es inminente.  El gobierno de Nicolás Maduro ha sacado el pecho. Movilizó todo el armamento militar necesario para ello.

    Si alguien en algún momento pensó que la declaratoria de guerra por parte de Estados Unidos haría que Maduro se echara para atrás, no conoce la historia.

    Durante la guerra Federal en Venezuela murieron entre  100 mil y 300 mil personas, en un país que contaba con cerca de un millón 800 mil personas. Fue entre venezolanos. No con invasores.

    Eso quiere decir que el venezolano es un individuo guerrerista. Hay quienes asoman que una de nuestras etnias, los Caribes, eran antropófagos, o sea, comían gente. Todo eso hace que se comprenda lo que ocurre en estos momentos.

    Ristras de fallo

    Donald Trump se burló de una miliciana, gorda, que armada con un símil de fúsil entrenaba al llamado que hizo el gobierno de salir a defender el territorio.

    Supongo que se burló porque el jefe del país que se considera el policía del mundo, nunca se imaginó la respuesta venezolana.

    Esa es la única explicación al gesto del mandatario de los Estados Unidos. No hay otra.

    Ahora, en el propio gobierno de los Estados Unidos, en el gabinete del presidente Trump, que si no fuera porque ocurre, se podría pensar que se trata de una serie de un canal de Streaming, hay enfrentamientos.

    Marco Rubio, segunda generación de cubanos, nacido en Estados Unidos, desde el Departamento de Estado usa los recursos de la ahora exUsaid para a caerle a palos a otro miembro de su gabinete: Richard Grenell, el hombre que funge como negociador ante Nicolás Maduro. Enviado por Trump, por cierto.

    A Grenell lo cosieron y lo descosieron este fin de semana porque los llamados “Halcones” son partidarios de acabar con Nicolás Maduro y de paso con el país.

    Como Grenell busca una salida política, hay que molerlo, dicen en Gringolandia. Lo peor es que hay venezolanos en la nómina de Rubio haciendo ese trabajo. Eso es lo peor.

    Otro fallo más

    Anastasio Somoza y Manuel Antonio Noriega, por un tiempo fueron agentes de la CIA. Ambos impedían que la extinta URSS, a través de Cuba, extendiera sus tentáculos en este lado del mundo.

    Por eso nadie “notaba” que el primero hacía negocios con el Cartel de Cali y el segundo con el resto de los narcos. Ambos permitían la llegada de la droga a Estados Unidos.

    Ojo, no es nueva esa estrategia en Estados Unidos. Fue desarrollada en Vietnam. Llegaban los B-52 con soldados a la selva y salían con carga de sustancias. Así que en las Fuerzas Armadas Norteamericanas, conocen esa historia.

    Tacho Somoza perdió el favor de los gringos y terminó cayendo. En su caso, la denuncia fue violación de derechos humanos. Nada de drogas.

    En cuanto a Noriega, los gringos lo fueron a buscar a través de la operación Casablanca. Manuel Antonio no sólo hacía negocios: permitía el lavado de dinero de los narcos en Panamá. Y eso era imperdonable.

    En el caso de Nicolás Maduro es el jefe del Cartel de los Soles, especie de organización delictual conformada por los representantes de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas.

    Según los gringos, los uniformados son los “papaúpas” del narcotráfico en el Caribe y por supuesto hacia Estados Unidos. No es México con todos los sistemas de penetración que incluyen desde túneles en la frontera hasta apoyo logístico de uno que otro uniforme gringo.

    Si algo saben los norteamericanos es inventar narrativas. En Irak había armas nucleares o de destrucción masiva. Nunca fueron halladas pero Irak fue invadido y Sadam Husseim fue asesinado.

    Igual ocurrió en Libia donde Muhamar Khadafi fue ejecutado, luego de la invasión gringa. Y Osama Bin Laden después de ser entrenado por la CIA terminó muerto en Pakistán, durante una invasión nocturna y su cuerpo arrojado al mar.

    Todos han sido fallos de los gringos, con la excepción de Nicolás Maduro que nunca, en verdad, ha sido pana de quienes gobiernan el Gran Gigante del Norte.

    Conclusión

    A la irresponsable jefa única, líder indiscutible, novia de la madrina y dueña de la pelota, el guante y el bate, de María Corina Machado la alegría no le cabe en el cuerpo. Junto a su ejército de tecladistas, fuera del país, “contribuye con su sacrificio” para sacar al “tirano” de Maduro.

    A ella y a todos los que la acompañan, o sea a los viudos y viudas de la IV República, cáfila de buenos para nada que nunca hubieran conseguido trabajo en otra parte porque sólo saben trabajar en el clan, la mafia, llegan no por el talento sino por las conexiones, no les importa la destrucción del país.

    Te hablan con una propiedad como si ellos fueran escritores de guiones en Hollywood: Se harán extracciones y operaciones quirúrgicas.

    ¡Qué terrible que en mi país, un poco de farsantes llegaron a ser ancla, caras visibles, referentes en los medios de comunicación social, en la política y hasta en los negocios!

    Su único mérito fue haber sido unos genuflexos del poder, seguro que inteligentes algunos como por ejemplo Alberto Federico Ravell, sólo que él es más malo que inteligente y claro tiene su clan que ciertamente no es que son la brillantez hecha gente. No, son útiles. Más nada.

    Llama la atención que Marco Rubio nunca fue así con Cuba que ya tiene 60 años de atraso, de maldad, de muerte. Debe ser porque en Cuba aparte de jineteras y jineteros no hay petróleo ni piedras preciosas, ni oro, ni nada.

    Yo no se ustedes pero yo siento un profundo dolor por mi país. Unos sátrapas derrotaron a un gobierno democrático para poner a Chávez y cuando el tipo se murió volvieron a apostar a que ahora si le ponían la mano a Venezuela.

    Sólo que Nicolás es alumno de la escuela de Formación Política de La Habana. De allí nunca ha salido un angelito. Eso es como la Escuela de las Américas en Gringolandia pero del Caribe. O sea, todos me entienden.

    La irresponsabilidad de María Corina y su gente la va a pagar el país completo. Cada venezolano, dentro y fuera. Sólo para que ella hipoteque la nación a sus “nuevos amigos”.

    Y todo porque ella no cuidó los votos que la gente depositó el 28 de julio de 2024, cuando sí Nicolás perdió, pero ella no hizo su trabajo. No le importó. Tenía entre ceja y ceja acabar con el chavismo-madurismo, y si con eso se lleva al país por delante, qué chévere.

    Me parece que a todo ese grupo hay que quitarles el gentilicio, que se conviertan en unos parias. No merecen llamarse venezolanos como habría dicho Simón Bolívar.

    Carmen Carrillo

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