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    Ese premio Nobel de la paz

    Carmen Carrillo

    Yo no iba a escribir nada sobre el premio Nobel de la Paz que obtuvo María Corina Machado pero dos detalles me hicieron cambiar de opinión.

    Una señora, venezolana por supuesto, llegó hasta mi lugar de trabajo y se detuvo frente al mostrador donde se colocan los diarios y tomó una foto de las portadas donde aparece este sábado la señora a la que le dieron el Nobel mientras decía, “mi tía, mi tía se ganó el premio, duélale a quien le duela”. Luego se marchó.

    En realidad no creo que eso sea conmigo porque yo no soy tan importante pero da cuenta del problema mental grave que enfrentan los venezolanos, dentro y fuera del país.

    Aprendieron el discurso de odio con el que llegó Hugo Chávez: “Voy a freír la cabeza de los adecos en aceite hirviendo”. ¿Lo recuerdan?

    Bueno, la amiga María Corina y sus seguidores han profundizado ese discurso de odio. Ella me hace acordar de Volodímir Zelenski y Ucrania. No, ahí no hay nazis. ¿Quién dijo eso?

    El otro detalle es quiénes la promueven. Marco Rubio y casi toda la pata de cubanos que han vivido 60 años desde Miami “luchando contra el régimen castrista, mi sangre”.

    Esos son los que la propusieron ante el comité en Noruega. Pero veamos esos nombres. La presidenta del Miami Dade College (MDC), Madeline Pumariega, y los rectores de la Universidad Internacional de Florida (FIU), Kenneth A. Jessel; de Saint Thomas University, David Armstrong, y de la Barry University, Mike Allen, quienes el año pasado habían anunciado en rueda de prensa su intención de postularla.

    Marco Rubio formó parte de un grupo de ocho legisladores republicanos que envió una carta al Comité Noruego del Nobel el 26 de agosto de 2024 para respaldar la nominación de la líder opositora.

    En la misiva, también firmada por los legisladores Rick Scott, Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar y Mike Waltz, quienes describieron a Machado como “un faro de esperanza y de resiliencia” para el pueblo venezolano.

    María Corina es la segunda mujer. La primera fue Rigoberta Menchú, guatemalteca; los otros han sido Oscar Arias, Costa Rica y Juan Manuel Santos, Colombia.

    No deja de ser importante el hecho de que una venezolana haya recibido ese reconocimiento sobre todo porque de nosotros sólo se habla en términos peyorativos.

    Ahora si es Trump o cualquiera de su entorno “red nape”, es peor, los venezolanos sólo somos miembros del Tren de Aragua y de narcotraficantes. Así que bueno, es un fresquito aparecer positivamente.

    Pero claro, siempre hay un pero. Es una vaina tan preparada que los proponentes fueron cubanos (Dixit Marco Rubio y compañía) hasta un cuñado o sobrino de Fidel Castro firma la postulación, Mario Díaz Balart ¿Qué tal?

    Es que ni Nicolás Maduro Moros, quien estudió en la Escuela de Formación Política de La Habana, ha logrado ese apoyo.

    Para rematar y ante los comentarios tristes que hizo Donald Trump, (POTUS) quien la semana pasada dijo, “ese premio Nobel de la Paz se lo van a dar a alguien que no ha hecho nada”, quisieron Rubio y compañía enderezar el entuerto.

    Él (Trump) lo quería para ser igual que Barack Husseim Obama. Es más hasta Netanyahu, jefe máximo de Israel, dijo que Trump se merecía el Nobel de la Paz (lo dijo un día antes que se conociera) al lograr  que Hamas abandonara la lucha en Gaza.

    Sólo que no ocurrió; Rubio estaba desde el año pasado en esa brega. Para enmendar la plana, María Corina Machado se lo dedicó a Donald Trump.

    Lo llamó y se lo dijo y Trump amablemente dio la información. (Claro, Marco Rubio está recogiendo vela, no sea que ese premio al final sea un problema para él), mientras María Corina da entender que está de acuerdo con la invasión contra Venezuela y que quiere que se haga pronto, no importa cuánta gente muera. Esos son daños colaterales como en la película de Arnold Schwarzenegger.

    En fin. Los venezolanos hemos descubierto que Vladimir Padrino es un “echado pa’lante”; Diosdado tiene razón cuando dice que Henrique Capriles es una “chatarrita”.

    No se puede ser molido por las odiantes filas de María Corina Machado y salir a decir eso; bueno ni yo, que también soy víctima de los hater de ella, como antes lo era del chavismo.

    Es el precio que se paga por tener sentido común y no creer en cantos de sirena, pero lo asumo. Mi amigo Capriles tiene problemas de carácter y graves.

    También descubrimos que contamos con misiles, erizos antitanques, sistema de radar de detección temprana de ataques.

    Así pues, China y Rusia que según Estados Unidos son los menos buenos del barrio, han surtido misilísticamente a Venezuela.

    Seguro les debemos hasta el modo de caminar de la quinta generación de venezolanos pero no pareciera que Maduro va a hacer como Sadam Husseim: Blofear y después correr. En Venezuela no están blofeando.

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