Y habló Leopoldo López. Faltan Antonio Ledezma y Julio Borges. Ya celebran la invasión norteamericana a Venezuela y claro no pueden dejar sola a la señora María Corina Machado porque ella no es precisamente un ejemplo de tolerancia por lo tanto ellos no tienen certeza de qué va a ser de sus existencias cuando la “dama de hierro” como gusta llamarla su círculo, arribe al poder.
El gran drama de América Latina no es el socialismo o las iglesias. El gran drama de América Latina son sus élites gobernantes. Esas que crecieron, primero a la vera de la Corona Española y que liderados por Simón Bolívar con el apoyo de Inglaterra, los masones y Estados Unidos, pensaron que al salir del ámbito de influencia de España, les iría mejor.
Nos fue peor a los habitantes de este lado del continente. A ellos no. Por eso Bolívar murió como murió, profundamente solo y muy deprimido al darse cuenta de lo que había hecho.
Cuando América, desde México hasta la Patagonia estuvo bajo el imperio español, los pueblos autóctonos existían y tenían derechos pero cuando salió España, todo eso se acabó y ojo yo no soy monárquica, me remito a los hechos, sino pregúntenle a Inés Quintero, la historiadora más importante de Venezuela, descendiente de la godarria caraqueña.
En América Latina, desde México hasta la Patagonia, la élite formada durante la colonización española hizo fortuna; luego se consolidaron con los dictadores militares. Sin excepción.
Todos los dictadores latinoamericanos sabían que necesitaban a una clase dirigente que les diera una pátina de legalidad y nuestras élites lo hicieron encantadas; total eran negocios.
El mejor ejemplo de esto es República Dominicana con Rafael Leonidas Trujillo que permitió que veintitantas familias le manejaran sus negocios porque él tenía que gobernar.
Cuando murió todo eso quedó en manos de sus testaferros. Hoy la actual República Dominicana no tiene presidentes; tiene muchachos de mandado de ese grupo.
Lo mismo pasó con Marcos Pérez Jiménez en Venezuela; en México; en Argentina y podríamos seguir en eso.
En Venezuela Rafael Caldera, digno representante de la godarria caraqueña, fue el muchacho de mandado. Construyó un andamiaje legal aprobado por la élite caraqueña.
Esta élite nunca aceptó a AD y a Copei y usó a intelectuales como Aquiles Nazoa para trazar una narrativa de que estos eran unos pata en el suelo, unos juan bimba, una gente que tenía cortinas de caracolitos, que comía patilla con mortadela porque los ricos comen jamón con melón.
Los presidentes electos cuando AD y Copei no fueron muchachos de mandado, y eso molestó.
Por eso cuando apareció Chávez sintieron que renacían, sólo que el militar ya tenía titiritero, Fidel Castro, y ellos quedaron por fuera.
Nada nuevo bajo el sol
María Corina Machado sólo sigue el guión. Antes se lo habían ofrecido a Leopoldo y luego a Guaidó pero ninguno de los dos fue tan tonto como para pisar ese peine.
María Corina no tiene ese problema, ella pisa el peine, la peluca, la gomita, la gancheta, lo que le pongan, ella va por lo de ella sus empresas y si para eso debe entregar el país a una potencia, se vale.
Los norteamericanos están aplicando el mismo expediente cuando Cuba fue base para Rusia. Igualito. Pero ahora el problema es China. Y después Rusia.
Venezuela tiene esos socios, a los que llaman los malos del salón. Estados Unidos es el bueno. Son rubios, ojos azules y además el policía del mundo. Y todo lo que ellos hacen está bien. Los demás siempre actúan por interés.
Se olvidan de lo que decía uno de los Padres Fundadores de E.U.A, Tomás Jeferson: Todo lo que está en América, del norte, del sur y Centroamérica, forma parte de nuestros recursos. Reeditado después bajo la tesis de “América para los americanos”, que usa tanto Donald Trump para justificar sus actuaciones guerreristas y arancelarias.
Como podemos ver, nada nuevo bajo el sol.
¿Cuánto cuesta disparar un misil y movilizar todo ese apresto militar?
Donald Trump se puede retirar tranquilo. También tiene su cupo de muertos. Trinidad-Tobago y Colombia han dicho que los asesinados por los misiles gringos en el Caribe son o eran pescadores. Venezuela no ha dicho ni ñé. Parece que no ha muerto nadie de nuestro país.
Ya van más de 30 muertos por “presuntamente transportar droga, fentanilo, hacia Estados Unidos” vocifera Chá, perdón Donald Trump, por momentos me acuerdo del comandante eterno, por el estilo.
Qué extraño que nadie ha expresado preocupación por la forma como el presidente Donald Trump gasta el dinero de los contribuyentes en lanzar misiles y movilizar apresto militar importante.
¿Cuánto cuesta eso? ¿Por qué el ilustre Congreso norteamericano no ha nombrado una comisión para investigar eso? ¿O eso sólo pasa en las series de televisión?
Me atrevo a decir qué va a ocurrir:
*Uno, Estados Unidos no va a invadir Venezuela;
*Dos, Donald Trump será enjuiciado por esas muertes;
*Y tres, Nicolás se hará más fuerte en el poder y los venezolanos estaremos más débiles porque la oposición venezolana no sirve para nada.
Los contemporáneos de Nicolás no veremos un mejor país, con más derechos, no. Moriremos sintiendo que nuestra generación se perdió. CDLM.
Carmen Carrillo
