Carmen Carrillo
Lo del diálogo que anunció Donald Trump con Nicolás Maduro este domingo nació el sábado, luego de llegar a Arabia Saudita donde fue a mirar sus inversiones en el sector inmobiliario.
Los inversionistas socios de Donald Trump, quien aunque es presidente de los Estados Unidos, es sobre todo empresario del sector, acaban de abrir oficinas en el piso 18 de la Trump Tower en Nueva York.
Posiblemente allá en Arabia Saudita, las autoridades de esa nación, el principal proveedor petrolero de Estados Unidos, buscaron conversar para hallar una salida al conflicto con Venezuela que escala día a día. No debemos olvidar que Arabia Saudita fue decisiva para resolver el conflicto Israel/Gaza/Hamas.
Y seguramente hubo conversaciones telefónicas con Vladimir Putin y hasta con un representante de Xi Jinping, de China.
Lo cierto del caso es que Trump, fuera del círculo de locos que lo asesoran, entre quienes están Peter Hegseth; Marco Rubio; la Fiscal Bondy y el del FBI, accedió a sostener esa conversación y ya se habla de la posibilidad de que sea instalada una Junta de Gobierno sin Nicolás Maduro, quien se marcharía a Rusia o a China, junto a su equipo.
Otro elemento importante para alcanzar la conversación es la salida de María Corina Machado de Venezuela.
La presunta líder de la oposición como se autodenomina ella y su ejército de odiantes, abandonó Venezuela porque para ella es inminente la invasión y sus asesores en Estados Unidos, le aconsejaron que se fuera del país porque no pueden protegerla.
Con un horizonte ya más despejado el diálogo sería en torno a la conformación de una Junta de Gobierno integrada por dos sectores, la mitad del chavismo madurismo y la otra mitad por gente no relacionada con el alacranato y por supuesto sin gente de María Corina, Leopoldo López o Antonio Ledezma.
Edmundo González asumiría como presidente de esa Junta de Gobierno, que prepararía todo para unas nuevas elecciones presidenciales.
Y es que aunque para que Donald Trump ordene una invasión a Venezuela, debe contar con el apoyo del Congreso (no importa lo que digan algunos estúpidos en Venezuela y fuera de Venezuela), los asesores de Trump han llevado el conflicto a una situación límite por lo que se espera que haya un desenlace, negativo para Venezuela, para Estados Unidos y para las islas del Caribe. (A buen entendedor, sobran las palabras).
El otro problema que analizan Trump y sus asesores es a quien se le entregaría el gobierno si Maduro es extraído de Venezuela, (como si el trabajo fuera el de un dentista como dijo alguien por allí), porque hasta ahora María Corina Machado no sólo no ha cumplido con las promesas hechas por su enviado en la Casa Blanca a principios de este año sino que ella no puede asumir el gobierno porque no fue electa.
El enviado de ella en la Casa Blanca donde además estaba David Smolansky por Leopoldo López y otro delegado por Julio Borges se comprometió en nombre de ella quien estaba vía zoom en la reunión, a convencer a los militares venezolanos de derrocar a Maduro, a calentar la calle y ademostrar que electoralmente la oposición había ganado el pasado 28 de julio de 2024.
Y claro ninguna de esas tres cosas pasaron por lo tanto María Corina Machado se convirtió en la versión Dos de Juan Guaidó quien durante su interinato dijo en la Casa Blanca que él no podía sacar a Maduro del gobierno porque no lograba hacer una fuerza de ataque. Necesitaba que lo hicieran por él.
Ante ello Donald Trump quien como un “deja vú” revive la misma situación, ya advirtió que no van a atacar Venezuela para sacar a Nicolás Maduro y dejar una fuerza de tarea en el país para mantener el orden ya que no pueden repetir la experiencia de Iraq o de Libia.
Las cosas no están fáciles desde el punto de vista geopolítico pero el hecho de que Nicolás Maduro y Donald Trump puedan conversar abre la puerta a una salida sin violencia y que evitaría la destrucción de Venezuela.



