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    Historias Rosas de un renacer donde el cáncer de mama fue sinónimo de vida

    El pasado Viernes 17 de octubre, el Auditorio de la Cámara de Comercio se convirtió en el escenario de un evento profundamente inspirador titulado «Historias Rosa».

    Organizado por ONCOAMIGOS por la fe y la esperanza, la Fundación Social y Cultural Cámara de Comercio y OncoSur – Unidad de Medicina Oncológica, el encuentro, fue un conversatorio especial donde mujeres valientes compartieron testimonios que celebraron la vida, la fe y el poder de la actitud.

    La tarde, amenizada por el talento musical del cantante Ronal Roger, contó con los relatos de Iryessika Blanco, María Matos, Ana Báez y Maira García.

    Mayra García fue la primera en ofrecer su testimonio. Con una serenidad palpable, relató cómo su lucha transformó drásticamente su perspectiva, imponiéndole una lección fundamental: la prioridad ineludible de sí misma.

    Ella recordó la época en que se obligó a estar pendiente de su propio bienestar y a concederse un gusto, afirmando: «Mayra fue, por primera vez, la primera». Su mayor deseo lo confió a la fe, pues le pidió a Dios que le diera salud para poder ver el éxito de sus hijos.

    Al tomar la palabra, María Matos centró su relato en la profunda revalorización del tiempo. Confesó que su vida anterior estaba marcada por la urgencia constante, siempre para los demás, y que «María vivía en urgencia».

    Esta inmediatez era tal que ni siquiera se permitía comer de forma consciente, sino que «simplemente tragaba». Tras su experiencia, el contraste era total: ahora «valoraba más el tiempo» y encontraba placer en disfrutar de cosas cotidianas que antes le pasaban desapercibidas.

    El testimonio de Ana Báez aportó una profunda perspectiva espiritual. Para ella, la enfermedad no fue una mera fatalidad, sino que la vivió sintiendo que «esta enfermedad hubiera tenido un propósito de Dios».

    Reconoció haber llegado a la lucha arrastrando heridas internas, y que este trance, paradójicamente, «era para bien». El cáncer la obligó a una introspección radical, dándose cuenta de que «ni siquiera valoraba a las personas que tenía a su lado».

    Por su parte, Iryessica Blanco habló de tener una vida con un objetivo y la bondad de Dios para superar esta situación. Con 34 años atravesó esta prueba que considera  ha visto de lado positivo para sí misma y su entorno.

    “Un diagnóstico a tiempo, hay que acudir al médico y hacerse los exámenes, cumplir con el autocuidado”.

    Los poderosos testimonios de estas mujeres convergieron en un mensaje colectivo. Todas declararon con firmeza que «el cáncer no fue sinónimo de muerte,» sino un profundo «renacer». Subrayaron la importancia crucial de la actitud, recordando que, si bien el tratamiento se enfrentó inicialmente «con miedo,» lograron entender que el verdadero sentimiento residía en la mente.

    Las damas coincidieron en el mantra: «Vivir un día a la vez» y «disfrutar de lo cotidiano». La fe se mencionó como el ancla principal, y el autocuidado «fue lo más importante» en un proceso donde «fueron difiriendo cosas» para poner la vida en perspectiva.

    Sus «Historias Rosa» concluyeron con una poderosa reflexión: su camino se convertía en «un aprendizaje para mucha gente que muere cada día sin tener cáncer». Fue una tarde inolvidable de cánticos a una vida nueva, vivida con intención, fe y la belleza de lo simple.

    Prensa Ccieb

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